El sendero del cielo nº 3654 (Warhammer The Horus Heresy) (Spanish Edition) by Chris Wraight

El sendero del cielo nº 3654 (Warhammer The Horus Heresy) (Spanish Edition) by Chris Wraight

autor:Chris Wraight [Wraight, Chris]
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9788445006375
editor: Minotauro
publicado: 2019-01-15T00:00:00+00:00


El Resistencia rompió el velo con su habitual brutalidad, cortando la materia del universo en un resplandor de plata cayendo a cascada. Olas de violencia vibraban por el vacío, dejando escapar columnas de materia de éter crepitante en medio de estelas de sucio esmog. La inmensa nave de guerra retumbó en plena cualidad física, fila a fila de artillería pesada deslizándose por el abismo. Segundos después llegaron los otros, perforando como lanzas arrojadas en medio de las furiosas nubes de la entrada del espacio real.

Mortarion se acercó a zancadas al borde del estrado de mando del puente. Delante de él, la ventana de visualización del tamaño de una catedral desplegó las contraventanas de la disformidad y expuso una atestada vista del espacio local. Se habían reunido naves de guerra, cientos de ellas, todas luciendo el sigilo de la calavera de la XIV Legión en sus pálidas proas. Mientras el Resistencia llegaba entre ellas, los identificativos empezaron a cobrar vida en las lentes del cogitador: Voluntad Indomable, Guadaña de la Muerte, Moritatis Oculix, Incondicional.

Mortarion no necesitaba ver las runas para saber quién había respondido a su llamada. Reconoció el casco de cada nave en su flota de guerra y recorrió el vacío delante de aquellos que los habían convocado. La vista estaba repleta de detalles: pequeñas alas de escolta que proyectaban sombras a través de los flancos de las más grandes bestias, nodrizas transportando los suministros de los cargueros a las naves alineadas, reparando los transbordadores de rojo Mechanicum que flotaban alrededor del grupo de motores colosales y anillos de propulsión.

—¿Dónde está? —preguntó.

Debajo de él, en los fosos y canales del puente de mando del Resistencia, los esclavos enmascarados mantuvieron la cabeza baja. El Sudario de Muerte estacionado alrededor de los bordes del trono del estrado no dijo nada, como siempre, pero miró en silencio a través de sus inclinadas máscaras blindadas. Grandes espirales de humo teñido de verde se elevaban desde las columnas de braseros que se alzaban sobre las abarrotadas estaciones de la tripulación y el aire permanecía húmedo y cargado, lleno de cortinas de polvo.

—¿Dónde está la Terminus Est?

Más identificadores se desplazaron por las lentes, ahora reconociendo a los recién llegados: naves comandadas de otras legiones, antiguas naves de Barbarus en servicio, naves auxiliares con insignias del regimiento del Ejército eliminadas y reemplazadas con el emblema de la calavera. La flota era enorme, la mayor parte de la legión se reunió desde un centenar de batallas diferentes. Incluso a pesar de que los augures se sumaron a la lista de asistentes, aún más surgieron de los puntos Mandeville y avanzaron a través del espacio real para unirse a la multitud.

Nadie en el puente del Resistencia pudo responder al primarca. Ulfar, el capitán de la nave, ordenó exploraciones adicionales, pero no ofreció ninguna opinión. Trangh, el encargado de la vigilancia, levantó la vista de debajo de su capucha, pero negó con la cabeza. La navegante no transmitió nada desde sus cámaras clausuradas y cerró las vías de comunicación.

Solo el



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